Magníficos Adefesios (playeros, por supuesto)

Vas a la playa y no sabes donde mirar. No es que los placeres estéticos te sobrevuelen, quiá, todo lo contrario, es que hemos decidido que ir a la playa es el mejor momento para convertirnos en un adefesio. 

Parece que nos aconsejan nuestras mejores amigas. Estás en casa, preparando la cesta de esparto o el bolso de Caminatta, y piensas en tus mejores amigas. ¿Qué decidirían ellas que me pusiera? Un rato para pensar y, a continuación, he aquí la solución. Una ceñida camiseta de color imposible, unos pantalones ni cortos ni largos que dejan ver lo peor de la pierna, una gorra beisbolera, y venga, a la playa. 

En ellos la cosa aún es peor. Confieso que ver a los hombres dirigirse a la playa es un verdadero suplicio estético para alma tan delicada como la mía. Bermudas inenarrables, sandalias que para qué te cuento, camisetas estilo Dios mío, riñoneras (el colmo del mal gusto), chancletas de la peor especie...Todo lo contrario del placer de la visión de un hombre enseñando algo...Un asco, una decepción. 

Como este blog tiene una misión pedagógica, aunque a veces no se note, tengo que deciros, queridos míos, que ir a la playa no tiene que ser sinónimo de renunciar al buen gusto. Por eso yo os diría que...

Prepara tu piel, con anterioridad. Pelos fuera (por Dios, no habría ni que decirlo) y piel hidratada, preparada para recibir el sol. La piel es tu carta de presentación. Tocar es un placer...o debería serlo. 

Por supuesto, tras la hidratación, la protección. El sol es un euforizante, pero también es un jodido impulsor de arrugas y de problemas de piel. No eres negra (si lo eres, esto no va contigo, perdona) así que confórmate con un toque sano de bronceado muy natural. Comienza con una protección muy alta y luego ve bajando, pero yo no bajaría en el cuerpo del 30 y en el rostro del 50. 

Cuida tus manos (uñas incluidas) y tus pies (uñas incluidas). Las uñas de los pies han de estar perfectas, como las de las manos. En las chicas, a mí me encanta llevarlas pintadas, mejor de rojo, que hacen un contraste precioso. En los hombres, ni que decir tiene que cortadas, limpísimas y bien limadas. El resto de los pies también hay que cuidarlos. Sentada ante la tele, por ejemplo, puedes darte un masajito y ponerte una crema de esas hidratantes tan apañadas....

El cabello sufre con la playa. Protege la cabeza. Sombrerito, pamela, incluso un pañuelo bien colocado. En los hombres, sombrero y, si es un chico muy joven, incluso gorra, pero una gorra limpia y decente, no un recuerdo de la acampada del 15-M. Lleva una cinta para recogerlo si lo tienes largo y luego, a la vuelta, un buen lavado e hidratación indispensable. Secar al sol, lo mejor. El secador es un enemigo. La plancha deja el pelo bien, pero no abuses de ella. Aprovecha el verano para dejar libertad a tu pelo, su ondulado, su rizo natural. 

Lo mismo da bikini o bañador (hablamos de ellas). El caso es que te siente bien y sea de tu talla, que no sobra nada por aquí y por allá. Los colores alegres quedan estupendos y disimulan cosas. El negro es elegante, lo sé, pero no me gusta, salvo para una modelo escultural que vaya a lanzarse del trampolín. Tampoco abuses del colorido, los estampados suelen engordar. Encontrar el traje de baño adecuado debería ser una asignatura importante para ti. Ah, y que sea de buena calidad. Enjuagarlo todos los días después de someterlo al sol y a la sal es una obligación fundamental. Mejor, con un poquitín de jabón de olor en el agua. 

Es conveniente llevar un traje de baño de repuesto y cambiártelo tras el baño. ¿Cómo te cambias? Pues usando una toalla amplia y haciéndolo con discreción si no tienes a mano un lugar adecuado. Pero sentarse con el bañador mojado, eso nunca. 

Los bañadores de los hombres dependen de su edad, su cuerpo, su gusto. En todo caso, mejor discretos. Si el tipo está bien no hace falta más. Y si no lo están, pues mejor que disimule algo. Esos de cuadritos pequeños de pantalón corto son muy monos, pero si te gusta nadar, ese modelo es algo incómodo. Tampoco hace falta que nos insinúes todo lo que tienes....deja algún misterio para otra ocasión. Y convéncete. La mayoría están mejor vestidos que desnudos. 

Si eres un hombre y vas con bermudas, elígela bien. El largo exacto y el ancho exacto. Añade unos náuticos, por ejemplo o, si usas sandalias, que sean adecuadas, de piel, discretas, ya sabes. Ojo con las camisetas excesivamente estrechas o decoradas como si fueras a la universidad de Wisconsin. Camisas a la playa, como que no. Camisetas de tirantes, puf, qué feo. Mejor camisetas claras, lisas y por encima de la bermuda, sin que señale a tope esa incipiente (o quizá contundente) barriguita. 

Si eres una chica, un vestido ligero es ideal. De esos blancos, ibicencos, cortos o largos. Con poco adorno, desde luego. De tirantes mejor. También un pareo es una solución y puedes ponértelos de la forma que quieras y que hagan juego con el bañador. El short y el top, solo para chicas muy jóvenes. Después, mejor insinuar. Los tacones los dejas para la noche, querida, aunque seas muy bajita. Fíjate que este verano las bajitas están triunfando. Vamos, que se están coronando. Y no daré más datos. 

En líneas generales, sencillez. Dejar en casa los collares, las pulseras, los pendientes y toda clase de aditamentos que recargan la visión y que son molestos para tomar el sol. Mucho blanco, que es el color ideal para el verano. Algodón más que lycra, salvo en los trajes de baño de ella. Toallas grandes, lisas y un buen capazo o una bolsa plastificada de cremallera. Si te pones brillo en los labios, puede quedar bonito, pero no te pintes como una puerta, qué vas a dejar para la noche...

¿Lo mejor de la playa? Para mí lo que viene después. Una siesta relajante y aprestarse a salir, al olor de la noche, con el hombre por el que suspiras. Ese que te pone a cien. Sí. Ese. Él. 

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