Entre amigas


Una suave tarde otoño, una mañana fría y brillante del invierno, una noche dulce de verano, un comienzo primaveral que anticipa sorpresas....cualquier momento es bueno y se convierte en genial, si vas a dedicarte a charlar con una amiga, con una de tus amigas del alma. 

Hablar es tan sano que, cuando has contado tus cosas a alguien de confianza, sientes que un peso se aligera dentro de ti. Escuchar es tan agradable que te zambulles de lleno en las peripecias que esa amiga te está narrando con el deseo de disfrutar de su dicha y de compartir su tristeza. 

Esas horas son impagables. Tú sabes muy bien a quién confiarte. No te engañas. Conoces quién va de correveidile, quién va de envidiosa, quién de mosquita muerta, quién de creerse el centro del mundo. Ninguna de esas personas son tus amigas, en realidad. Tus amigas son de otro modo. Están al otro lado del FB en la noche y reciben tu tristeza con prudencia y con serenidad. Te llaman cuando perciben que algo puede haberte afectado en tu vida. Te mandan mensajitos de alegría en tus celebraciones. Te conocen y no le dan importancia a tus cabreos, tus reacciones, tu mal humor de esas ocasiones en las que todo te sienta mal. Comparten todo lo suyo sin ostentación y nunca sienten resquemor ante tus triunfos. Las distingues de inmediato. Algunas lo son de toda la vida, desde niñas y ni siquiera tienes que verlas a menudo. Otras son más recientes y se incorporan a tu vida en diferentes momentos. 

Todas son importantes. Amigas, hablar, son dos palabras únicas y necesarias. Somos afortunadas por ello.

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