Tertulia de volantes



(Joaquín Sorolla)

El grupo de mujeres recorre lentamente el pequeño espacio en el que están colgados los mantones, los mantoncillos cuajados a flecos, allí en un local soleado rodeado de obras. Hablan entre sí continuamente. Todo se desmenuza, se compara. Nada es silencio en este encuentro improvisado. Los colores de los vestidos, las telas, las texturas, el tamaño, el enrejado de los flecos, el largo de las faldas, los volantes, al biés, al hilo, grandes, pequeños o medianos. Las flores, alfombrando el mediodía y llenando de fantasía el lugar. Las confidencias. Las tallas. Los adornos. Pendientes, pulseras, collares, peinetas, peinas, peinecillos. Todo el vocabulario de un rito que cada año amanece. 

Tú estás allí pero apenas las oyes. A la mitad del acto, te has quedado suspendida en alguna idea y, como sueles hacer, desconectas el sonido y te adentras en ti y empiezas a escribir las palabras con las que contarás, en este blog, ese revuelo pausado de las manos recorriendo los expositores, ese encuentro de quienes, ahora y por muchos días, tendrán en estos trozos de tela multicolor un motivo de entretenimiento, una forma de olvidar, quizá, otras cosas que se tiñen de tonos más oscuros.


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