Un Dior para la señora de la limpieza

 Si eres una señora de la limpieza inglesa y dedicas tres años de tu vida a ahorrar libra a libra para comprarte un vestido en Chez Dior...es que tu mente es extraordinaria y tu personalidad única. Eso es lo que hace la señora Harris, viuda y en la sesentena. Las señoras de la limpieza inglesas son diferentes a todas las que trabajan en el orbe, pero no esperaba tanta convicción, tanto deseo concentrado y tanta ilusión en un objetivo. Si fuera una ejecutiva de ventas, sería la ejecutiva del año. 

Se trata de eso, sin duda, de querer algo con todas tus fuerzas. Así lo siente la señora Harris desde el día en que ve en el armario de una de sus clientas, la señora Dant, dos vestidos de la casa Dior que la dejan absolutamente enamorada. Puede una enamorarse de un hombre (debe una enamorarse de un hombre) y también de un objeto, por ejemplo, por qué no, de un vestido. Así que Harris (llamémosla así, apeando el tratamiento) se dedica a juntar una libra tras otra y prueba juegos de azar, carreras de galgos y restricción absoluta de pequeños lujos, incluido el té de las cinco con su compañera de trabajo, la señora Butterfield. 

Por fin, su sueño se hace realidad y marcha a París, sin saber una palabra de francés, en un avión que la deberá traer de vuelta la misma noche, a comprarse su vestido, ataviada con un gastado abrigo marrón y un sombrero de paja, verde y nuevo. Si vas a la calle con un sombrero de paja que lleva una rosa rosa colgada en la parte delantera, es que tu manera de ser es inusual. Así es Harris. Se planta en Chez Dior, entra por la puerta de las ricas y se las ingenia para ver el desfile de la colección esa misma tarde y sentada en primera fila. 

Madame Colbert, la encargada, verá reflejada en la determinación de Harris el empuje que a ella le falta para ayudar a su marido a mejorar profesionalmente. El joven contable, Fauvel, la inspiración para dar el paso que lo una a su amor platónico, la bella modelo Natasha. Y la modelo, entenderá que la vida cotidiana junto a un hombre enamorado, en una casita bellamente arreglada, es más de lo que ella ansía. Y así todo. 

Paul Gallico. Flores para la señora Harris. Editorial Alba, colección Rara Avis. 2015. 

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