Cartas de amor a Katherine

Me alegro de ser poeta, de haber escrito versos, de todo lo que me ha llevado a este libro. Pero no me engaño: yo solo no lo hubiese escrito. Sin un alma tan hermosa como la tuya no habría sido. ¿Gratitud? Más que gratitud. Conciencia clara, radiante, de que toda la hermosura que puede haber en mi libro me une a ti, me enlaza a ti. Y no podré jamás sentir que el libro es mío. 

(24 de enero de 1934. Cartas a Katherine Whitmore. Pedro Salinas)

Si has escrito alguna vez una carta de amor, si la has recibido, ya sabes cómo es eso. La distancia aumenta el deseo. Y el deseo es el síntoma de la pasión. Escribes las cartas porque no puedes acariciar el rostro amado y en cada palabra que dibujas, estás tú, está todo lo que eres y que quieres transmitir, siquiera sea volando, a la persona que amas. 

Las cartas de este libro (publicado por Lumen), las que Pedro Salinas (1891-1951) dirigió durante años a Katherine Whitmore (1897-1982), llevaban papel, sobre y sello. Estaba escritas con pluma y esa letra antigua y picuda que se usaba entonces por los más ilustrados. En el párrafo que recojo arriba está la idea exacta de que, sin la existencia de Katherine, los versos de amor que Salinas escribió no hubieran tenido razón de ser. ¿Quién puede imaginarse que surjan de la nada? Es imposible. Vida y literatura se entrelazan. No puede ser de otra manera. No son dos fuentes sino una sola que se alimenta de dos aguas. El talento convierte los sentimientos y los hechos en motivo literario. Pero están ahí. Nada puede hacerse si en el corazón no existen. Puedes inventarte personajes o tramas. Pero no las emociones. 

Katherine Prue Reding, Whitmore como apellido de casada, conoció a Salinas en 1932, en Madrid. Ella había estudiado lengua y literatura españolas y ejercía como profesora. Él estaba casado pero, entre ambos, nació un amor profundo y que resistió el paso de los años y la distancia. La correspondencia entre ambos abarcó desde 1932 a 1947 y se conservan casi trescientas cartas de él. En cambio, las de ella no están disponibles y no se han publicado. Pero basta con leer las del poeta para entender el sentimiento que los unía. Son cartas en las que se habla de todo, de la vida cotidiana, de libros, de pensamientos, de ideas, de hechos, porque los enamorados manifiestan su amor por medio de las palabras, sean estas las que sean y cuenten lo que cuenten. 

Aquello fue, a juicio de Katherine "emocionante, alegre, devastador y triste". Y las palabras de Pedro Salinas definen ese amor de la forma única en que él sabía hacerlo "El amor no es otra cosa que localizar en un ser, en un nombre, en una vida, dentro de los límites de un rostro y un cuerpo, todo un mundo de abstracciones y anhelos, de espacios infinitos e irrealidades sin medida. Todo toma cuerpo y carne"

Así es. Incluso ahora, sin papel, sellos ni sobres, el sonido metálico del correo electrónico nos traen y llevan cartas. Cartas de amor. Imperecederas. Escritas "con la imborrable tinta de mi sentimiento".



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