Pañuelos para prestar


Cuando a los hombres se les llamaba caballeros y no existían los pañuelos de papel, las lágrimas de las damas se enjugaban con pañuelos como estos. De hilo, de algodón, bordados, con iniciales... Llorabas y la mano masculina estaba presta a acercarte uno de ellos. Si lloras en nuestra vida actual tendrás que rebuscar un clínex en el bolso o conformarte con usar el puño de la camisa. Así están las cosas en cuanto al llanterío se refiere. 

Lo dijo un clásico: Si el llanto de las mujeres fecundara la tierra, de cada lágrima brotaría un cocodrilo. El clásico al que me refiero celebra este año el cuatrocientos aniversario de su muerte y era un gran conocedor de las mujeres. Los hombres de ahora, muchos de ellos, no llevan pañuelos de tela en el bolsillo pero están seguros de que el clásico tenía razón y de que el invento de los clínex es el primer paso de la emancipación de la mujer en el siglo XX. 

En la película "El becario" con Robert de Niro y Anne Hathaway, la chica, que es una brillante ejecutiva de venta on-line se desliza por la pendiente de las lágrimas al comprobar que su marido la engaña. El motivo del marido para engañarla con otra es muy sencillo: trabajas mucho y yo me aburro. Ya se sabe que las mujeres ejecutivas son proclives a ser engañadas. Ya sabemos que los maridos-de-mujeres-ejecutivas tienen derecho a engañar por el simple hecho de que se aburren. Son unos tíos sufridos, a más no poder. Tienen que soportar la dura vida del alpisteador terrestre porque sus mujercitas están empeñadas en trabajar duro. Pobres chicos...la resignación masculina no tiene límites.

Pues bien, en la película, con mensaje dudosamente emancipador y lleno de tópicos tal y cual, De Niro, que se empeña en aparecer feo aunque haga de hombre de la calle, es tan elegante que tiene en su vestidor montones de cajas con pañuelos de tela. Él los llama "pañuelos para prestar". Las destinatarias del préstamo son, inevitablemente, mujeres. Ninguno de estos cinematográficos guionistas conocen el axioma de mi madre, repetido hasta la saciedad en una casa cuajada de hembras: "Las mujeres no lloran, los que lloran son los hombres". 

Tan suaves, delicados, transparentes y hermosos son esos pañuelos; tanto aliento rezuman; tanta calidez transmiten, que la protagonista de la película, en el lloro final, ese que anticipa la reconciliación con su marido (porque él se da cuenta de que su mujer es una brillante-ejecutiva-que-trabaja-etc-etc-) después de que este le pida perdón por haberla engañado todas las veces que una tía con el culo en su sitio se le ha puesto por delante, echa de menos, cómo no, uno de esos pañuelos que, con tanto arte, ha ido tendiendo Don Bob durante toda la película. "Sí, le dice al marido, te perdono. Pero ahora necesitaría tener a mano un buen pañuelo para prestar". 

Presiento que, pasados un par de años, el marido de la brillante ejecutiva volverá a engañarla. Presiento que las lágrimas de ella tendrán una continuación perfecta porque se enterará del engaño (las brillantes ejecutivas no son nada tontas, aunque tengan un CI de superdotadas). Presiento que De Niro no volverá a ofrecerle un flamante pañuelo (porque, en estas, se ha encariñado con una masajista que se parece sospechosamente a Rene Russo) y presiento, al fin, que nuestra Anne, querida, tendrá que acostumbrarse a sorberse las lágrimas o a enjugárselas con el menos glamuroso clínex.

Yo le daría un consejo: Usa los embozos de las sábanas. Son el mejor modo de que las lágrimas, que han de ser nocturnas y secretas para que los clásicos no se empeñen en tener razón, se evaporen en el silencio de la noche. 

Comentarios

  1. "Si el llanto de las mujeres fecundara la tierra, de cada lágrima brotaría un cocodrilo" Muy clásico será quien lo dijo pero estoy en total desacuerdo. No puedo evitar pensar en un ser misógino al que posiblemente se le ocurrió esa frase después del hartazgo de las lágrimas de cocodrilo de su madre,esposa, amante en turno? Yo qué sé, pero conozco muchas mujeres que tras sus llantos no han brotado cocodrilos, pero sí,al menos a mí,me han enternecido. En éstos tiempos que corren la ternura provocada es ya un excelente regalo.
    p.d. veré la película porque De Niro me encanta.

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  3. Lo dijo Shakespeare, en "Otelo". Jajajajajaja. Pero estoy de acuerdo contigo.

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    1. Olvidaré que lo dijo él porque acepto que en mis ratos clásicos (cada vez menos)él me gusta. Gracias, un saludo.

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