Caftanes


(Henri Matisse: Mujer sentada de espaldas a la ventana)

Las modas son como las olas del mar. Van y vienen. El agua siempre es la misma, pero se tiñe de color con los rayos del sol, se llena de arena, se convierte en espuma. Su ritmo es diferente en cada ocasión. Su cadencia, distinta. Su sonido, pleno de matices que puedes distinguir si reparas en ellos con atención. Así es también la moda. La misma pero otra. Lo clásico de la moda es esa parte del agua que siempre permanece, que no se evapora, pero que se reescribe, se transforma, como la energía. La moda es energía porque es creación, es imaginación, invento. Hablo de la moda en el vestir, está claro. No están los tiempos como para sentar cátedra en otras modas. 

De modo que este verano han vuelto los caftanes. Eran cosa del pasado, de un pasado cercano, pero ahora han regresado para todas las edades. Esas reminiscencias orientales que tanto gustan a los creadores tienen en el caftán un seguro paraíso. La mezcla de tejidos, los adornos a base de pedrería, de cintas, de bordados, todo es parte de esta prenda de origen mesopotámico y de uso muy antiguo, hace más de cuatro mil años. Era una túnica que podía llevar cualquiera y solamente se distinguía la categoría de la portadora por la riqueza del adorno y la calidad de las telas. Sencillas, como el paño, o lujosas como la seda. 

El caftán es una prenda unisex, tanto pueden llevarlo mujeres como hombres. En la actualidad han vuelto a la moda desde los años cincuenta del siglo XX cuando reparan en él creadores como Cristóbal Balenciaga, que los incluyó en su colección de estos tiempos. En los años sesenta, los hippies usaban caftanes como un signo de identidad. Desde entonces ha sido usado por miles de mujeres en todo el mundo, combinando el glamour con la creatividad. 

Bueno pues este verano el caftán se lleva con enorme fuerza. Ya ocurrió algo parecido en el verano de 2015, pero este 2016 ha estallado la fiebre caftanes. Las Mil y Una Noches se aparecen en la calle por medio de esta sencilla y comodísima prenda, que lo disimula todo y que permite estar guapa sin apreturas. Largos, a media pierna, incluso cortos en combinación con pantalones, el caftán luce en verano nuestro bronceado playero o piscinesco. Los tradiciones bordados del escote en pico se complementan en ocasiones con incrustaciones de perlas o piedras, incluso con cintas, madroños y otros aditamentos, todos ellos de gran riqueza y expresividad. Hay caftanes para todas las edades y estilos, más sobrios, más llamativos, más elegantes, más de andar por casa. Recibir en tu casa con un bonita caftán de colores alegres es ahora mismo lo más. 

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