La culpa es del chocolate


A Nora le gusta el chocolate a rabiar. Es de esas personas que tienen que culminar la comida del día con un trocito de algo dulce, si es chocolate mejor. Pero desde que se enamoró de Alberto ha suprimido esa deliciosa costumbre. Dice que engorda y que estropea los dientes y que tal y cual. Se priva de ese pequeño detalle y, si acaso, se permite el lujo de tomar una pequeña porción o un bomboncito una vez al mes. 


Aunque eso era antes. Nora ha descubierto que no le gusta nada a Alberto. Vamos, que él se lo ha confesado abiertamente. Le ha dicho que ella es simpática y mola y eso, pero que no le gusta como pareja, que no quiere tener nada amoroso con ella, salvo una amistad. Eso ha destrozado a Nora, porque estaba convencida de que llegarían a algo más. Pero si él dice que no, será que no. 

Lo de la amistad ella no lo ve nada claro, sobre todo al principio. Augura que sufrirá y a Nora no le gusta sufrir. Le parece que Alberto es tela de egoísta. Y que ella no está para pamemas de amistades imposibles. Está desorientada. No sabe qué hacer. Por eso escribe al Roperito en busca de consejo. 


Veamos: 

Querida Nora, haces bien en suponer que la situación para ti es muy desventajosa. Él podrá continuar hablando contigo cuando le apetece, contándote sus historias y demás, porque no sufre lo más mínimo. Incluso te preguntará, tan fresco, si sales con alguien y si te has enamorado. Eso es el colmo de la hijoputez pero no lo descartes en absoluto. Ocurrirá. Dará la impresión de que se preocupa por tu bienestar pero, en realidad, lo pregunta porque no tiene el mínimo sentimiento y porque no se pone en tu lugar. Es un egoísta. De esa clase generalizada de egoístas masculinos que pululan por ahí. 


Por eso, cuídate tú misma, ya que él no te cuida en absoluto. Deja de hablar con él, corta todo el contacto y no lo retomes (si te apetece hacerlo) hasta que no estés totalmente segura de que te importa un rábano su persona. Ante la duda, abstente. Borra sus fotos, bloquea su teléfono, sal de sus redes sociales, aléjate en una palabra. Pero de verdad, no te engañes a ti misma. No pienses tampoco que podrás tirar del carro hablando con él a diario. No. Eso será imposible. Te enredarás y caerás una y otra vez. Y él será indiferente a ese cansancio que te va a causar la situación. Créeme, lárgate cuanto antes. 

Y, querida Nora, permíteme un lujo. Durante una temporadita toma todo el chocolate que te apetezca. A freír espárragos la báscula. Y más lejos aún, Alberto. 

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