Tienes una cita


Ay....qué nervios, qué momento, qué ilusión...qué me pongo....

Prepararse para una cita es un momento mágico. Y debería hacerse siempre con calma y sin precipitación. Lo dice el señor Knitghley, la sorpresa no añade nada a un encuentro y le quita la dulzura de la espera. Bueno, quizá no lo expresa así, pero se entiende. Yo no quiero sorpresas, sino una premeditación y una alevosía con todos sus avíos. Que me avisen, que me pregunten, que me dejen tiempo para prepararme bien. Incluso psicológicamente. Disfrutar de la anticipación de la felicidad del encuentro. Ay, qué emocionante. 

Sé bien de lo que hablo. Como todas las mujeres, preparar una cita significa quedar con alguien que te gusta. Si no te gusta, no es una cita, es otra cosa. La cita tiene, pues, un componente especial, un coqueteo, un algo, una cosa. Buscar el sitio, la hora, el día, el vestido, el arreglo, organizar tu cabeza pensando en qué dirás y en qué te dirá, eso es el vértigo de la felicidad. 

Recuerdo algunas ocasiones en las que solamente el anuncio de la cita me ha quitado dolores de cabeza, de espaldas, tristezas y aburrimientos varios. El anuncio de la cita te hace entrar ya en el reino de la dicha. Veamos, cómo hacemos para que resulte bien...Yo haría una especie de lista de cosas que hay que tener en cuenta:

1. Sencillez: No hace falta que te pongas encima todo lo que tengas en el ropero. No hace falta que vayas como la Macarena en su estación de penitencia. Mejor la sencillez, pero, sobre todo, mejor algo que te siente bien, que sea sexy, que sea juvenil y que no dé la impresión de que vas a un baile de fin de curso o de nochevieja. Un pantalón ajustado y una blusa con su bonito escote, puede quedar muy bien; también un sencillo vestido fondo de armario, liso y con su aquel; o una falda de tubo con camisa, mejor blanca, un clásico que no falla. Lo que sea, pero con sencillez. 

2. Naturalidad: No te pintes como una puerta. No te coloques encima todo lo que tengas. No sólo es que menos es más, sino que tanto artilugio oscurecerá lo más importante que tienes, es decir, tú misma.

3. Cabello: Si el pelo lo llevas mal, despídete de causar buena impresión. Por eso es tan necesario que las citas no sean de última hora, sino con cierta antelación. Puedes ir a la peluquería o arreglarlo en casa, si eres mañosa y tienes una de esas planchas superbuenas, último modelo. Pero, por si acaso surge la cita, siempre hay que tener el pelo bien de color y bien de corte. Las canas, para las películas de terror. El corte, lo más ajustado a tu estilo posible. Las puntas, perfectas.

4. Olor: Oler bien no es solamente consecuencia de una buena higiene y de un buen perfume, sino de la conjunción de tu piel con el perfume que uses. Prueba varios perfumes antes de adoptar el tuyo, porque existe. Y ese perfume, una vez aliado con tu propia piel, será una seña de identidad muy importante. Él recordará tu olor y esa es una sensación muy íntima y agradable.

5. Nervios: Una cita siempre nos pone nerviosa. Por mucho que la planifiquemos, que intentemos tener todo a punto, que nos digamos a nosotras mismas que, total, tampoco es trascendente. Pero para esos nervios no hay más que respirar hondo y hacer las cosas despacio. No es cuestión de tomar un tranquilizante, porque entonces disfrutarás de ella solo a medias. Respirar, respirar y dejarte llevar.

6. El gran secreto: El gran secreto de la belleza femenina, a cualquier edad, está en la sonrisa. Una sonrisa bonita, agradable, que dé a la cara un gesto pícaro, o sereno, o libre....eso es la garantía del mayor triunfo. Tu sonrisa es tu carta de presentación. No se puede imitar la sonrisa de otros, ni se puede disimular la nuestra. La naturaleza te ha dotado de un tipo de sonrisa. Así que explótala hasta el final.

7. Disfrute: Cuando te estés arreglando, cuando te dirijas al lugar de la cita, disfruta del momento. Recuerda que luego todo pasará rápido, que los momentos previos son aquellos en los que atesoras la expectativa del momento y que, quizá, la cita en sí te decepcione, porque, esa es otra, luego no todo está a la altura de tus deseos o tus ilusiones.

8. Observación: Si ves que el tipo tiene detalles que no te gustan, anótalos en tu cabeza y llega a algunas conclusiones. Si se dedica a juguetear con el móvil, si no tiene contigo esa actitud de estar pendiente, de mirarte y de atenderte. Si tiene prisa por acabar la cita. Si no siente verdadero interés por ti y lo notas. La observación es el termómetro de la noche. No se trata de estar atenta, sino de analizar luego lo que has vivido. Mira, si el tipo no está tan dedicado a ti como tú a él, pasa de estar pendiente de que te invite otro día. No es para ti. No merece la pena. A otra cosa, mariposa. Tú vales mucho, nena. 


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