Regalos



Nunca hagas un regalo por compromiso. Se nota demasiado. Más bien, hazlo con sentido, con entrega, con emoción. Eso se observa al elegirlo y se explicita al entregarlo. Por ejemplo, nunca lo olvidarías en casa si vas al encuentro de alguien a quien has comprado un regalo. Eso sería como subir al avión sin billete o como ir al cine sin entrada. 

Cuando elijas un regalo no pienses en ti. No funciones con eso de que "esto es lo que a mí me gustaría que me regalaran". No. Eso es demasiado fácil. Lo suyo, lo de verdad, es pensar en la otra persona, en cuál es el objeto (o el acto, que no siempre los regalos con "cosas") que le haría feliz. Esto a veces es difícil, porque se hacen demasiados regalos de cumplido. Regalos porque sí, porque hay que hacerlos, para no quedar mal. Eso es muy típico en los regalos de familia. Obligaciones que uno se echa encima y que, al final, no rezuman ni un poquito de amor. 

Algunos regalos te dan claves. Por ejemplo, del tiempo que la otra persona ha dedicado en encontrarlo. Porque, en ocasiones, los regalos no se buscan, se hallan. Tienes en la cabeza a alguien, piensas en cómo es y vas por la calle mirando escaparates. Entre paréntesis, una de las mejores ocupaciones del mundo esa de ir escaparateando, si no fuera porque la espalda te puede jugar una mala pasada. Miras un escaparate y ves allí un objeto y dices, sí, esto es, esto es lo que a X le vendría de lujo, le gustaría. Y entonces lo compras, sin ni siquiera saber si tendrás ocasión de estar con X. Es algo que te ha llamado y que has hecho desde el corazón. 

Esos son los mejores regalos, los que llevan tu nombre puesto sin que lo sepas. Eso de que alguien se acuerde de ti y vea que ese objeto estaría bien en tus manos. Ahora te voy a comentar algunas cosas de los regalos, pero son comentarios muy personales, nada científicos, nada que aparezca en el ABC de autoayuda del regalismo. 

Por ejemplo, si alguien te regala un libro es que piensa que te gusta leer. Fetén. Pero si el libro que te regala no es de tu corte, entonces la cosa no encaja. Porque no tiene ni idea de qué te gusta, para empezar. Y porque no se ha molestado en pensarlo, para seguir. En mi caso, hace mucho tiempo que nadie me regala libros. Todo el mundo dice que ya los he leído todos o que, en caso de no haberlos leído, están en lista de espera. De cualquier forma, un libro puede ser un regalo personal y también muy impersonal, depende del libro que sea. La cuestión puede ser muy variable. Si el regalante es alguien que te gusta, pues quizá debas ir perdiendo la esperanza. Porque un libro indica, también, que eres alguien de quien aprecia su opinión, pero poquita pasión le veo yo a eso. 

A mí me gusta regalar cosas que la gente use, que la gente lleve consigo. Cosas que no se guarden en casa sin más. Cosas que sean bonitas pero que respondan al gusto de las personas a las que van dirigidas. Antes hacía muchos regalos, ahora hago muy pocos. Pero si, por ejemplo, te regalo un pañuelo para el cuello, una bufanda o un foulard, ten claro que quiero estar cerca de ti, justo al lado de tu corazón. Y arroparte si tienes algo de frío. Siempre hace frío, incluso cuando la primavera suena. Así de cálida me siento a veces.

Las chicas tenemos la manía de regalarnos pinturillas y cosas de maquillaje. Y muñecas y adornos para el pelo, incluso cosas para la casa. Me han matado recientemente: el último Santa Claus me ha traído unas toallas estupendas, de colores muy agradables, pero toallas al fin y al cabo. Creí que había tocado fondo con unas zapatillas de viaje que me regaló una amiga hace unos años....

Los regalos están muy bien, me encanta regalar y recibir regalos. Pero ahora tendría que escribir, y así lo hago, que, para mí, mi mejor regalo eres tú. 

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